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jueves, 31 de marzo de 2022

Dijeron que el azúcar no causa caries; les pagaban azucareros. Y no son los únicos…


Date: sáb, 26 mar 2022 


Dijeron que el azúcar no causa caries; les pagaban azucareros. Y no son los únicos


The Conversation, SinembargoEs bien conocido que la industria del azúcar desvió deliberadamente durante años el foco de atención sobre los efectos de ciertos elementos de la dieta en el desarrollo de las enfermedades del corazón. 

Profesor asociado Facultad de Medicina, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya


Ciudad de México, 20 de febrero (TheConversation).– Llamamos "mala praxis" a actos que, bajo estricta responsabilidad profesional, se realizan aún a sabiendas de ser fraudulentos o negligentes. Dichas prácticas afectan a áreas tan importantes como la medicina, la abogacía, la contabilidad pública y la economía. En el caso de las negligencias médicas pueden llegar a causar daños graves en un paciente, mientras que en el ámbito científico pueden sembrar dudas razonables sobre los avances conseguidos.


Con el objetivo de eliminar suspicacias, los investigadores están obligados a detallar sus fuentes de financiación, además de indicar si existe algún tipo de conflicto de interés con respecto a los resultados de su trabajo. Entendiendo como conflicto de interés el conjunto de circunstancias que crea un riesgo de que un juicio o una acción profesional sea influida indebidamente por un interés secundario.


Este compromiso debe ser incluso mayor en caso de que los estudios hayan disfrutado de capital privado para hacer frente, como suele ser habitual, a los elevados costes y utilizar tecnología y equipamientos complejos.


De este modo, aunque es totalmente lícito que se reciba dinero u honorarios de, por ejemplo, una empresa farmacéutica interesada en algún producto o aspecto relacionado con la investigación, se debe señalar toda relación existente. Hacerlo salvaguarda la honorabilidad y objetividad de los autores del estudio. Además de que se preserva la integridad científica y el valor o impacto de la investigación.


No obstante, esta norma no siempre se sigue. Es bien conocido que la industria del azúcar desvió deliberadamente durante años el foco de atención sobre los efectos de ciertos elementos de la dieta en el desarrollo de las enfermedades del corazón. Otras investigaciones interesadas retrasaron el establecimiento por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de las recomendaciones contra la caries dental que hoy en día nadie pone en duda.


Estos casos muestran cómo algunas poderosas industrias o lobbies corporativos protegen sus intereses frente a investigaciones "neutrales" potencialmente contrarias. Sin pudor a favorecer la construcción y difusión de mensajes favorables pero engañosos. Y probablemente éstos sean sólo la punta del iceberg.


EL SONADO CASO DEL AZÚCAR  


Con base en información interna desclasificada por las propias empresas, se han destapado manipulaciones en estudios de gran trascendencia en el ámbito cardiovascular y dental.


En particular, cuando las muertes por enfermedades del corazón se dispararon en los años cincuenta, se animó públicamente a los americanos de mediana edad que adoptasen dietas bajas en grasas pero altas en azúcares para "mantener su ritmo de actividad diaria".

Posteriormente, magnates de la industria del azúcar pagaron en repetidas ocasiones a científicos de relieve para que minimizaran el vínculo existente entre el azúcar y alteraciones cardiovasculares. Además de animarles a señalar a la grasa saturada como único culpable.

Las conclusiones de esta investigación, llevada a cabo por expertos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), fueron publicadas en 2016 en la revista de Medicina Interna de JAMA. Los principales periódicos estadounidenses, entre ellos The New York Times, se hicieron eco de los hallazgos.


Según se desprende de estos artículos, la estrategia consiguió desviar la discusión sobre el azúcar y sus efectos adversos durante décadas. Es más, los documentos que salieron a la luz pusieron de relieve que una asociación supuestamente dedicada a la educación e investigación científica llamada Sugar Research Foundation, conocida hoy como Sugar Association, apoyó financieramente y en secreto a tres científicos de Harvard para que publicasen en agosto de 1967 un artículo de revisión sobre investigaciones relacionadas con el efecto del azúcar y las grasas sobre las enfermedades cardíacas. Con el sugerente título Grasas dietéticas, hidratos de carbono y enfermedad vascular aterosclerótica, los autores habían seleccionado en su revisión solo estudios favorables al azúcar, rebajando descaradamente el vínculo entre un consumo exagerado de azúcar y el deterioro de la salud cardiovascular.


Han pasado muchos años de estos sucesos y tanto los autores de la publicación como los ejecutivos que les financiaron han fallecido. Pero es bueno recordar que uno de ellos, Mark Heisted, se convirtió años después en el jefe de nutrición del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, y ayudó a redactar las pautas alimentarias del Gobierno Federal. Otro de los autores en discordia, Frederick J. Stare, fue recompensado con el puesto de jefe del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard.


EL AZÚCAR NO CAUSA CARIES


En marzo de 2015, nuevas investigaciones de la UCSF destaparon otro caso de tráfico de influencias en relación con las recomendaciones oficiales dictadas por el NIDR (siglas de National Institute for Dental Research), que en 1971 lanzó el Programa Nacional contra la Caries.

Las pesquisas de la UCSF se centraron en una serie de artículos financiados por la industria azucarera de caña y remolacha entre 1959 y 1971. Las conclusiones de la UCSF, firmadas entre otros por Cristin E. Kearns y Stanton A. Glantz, resultaron categóricas: la industria de este sector sabía que el azúcar causaba caries dentales tan pronto como en 1950 e intentó repetidamente negar esta evidencia.


Así, mediante ciertas actividades de índole comercial poco transparente, se adoptó un plan que logró desviar la atención a ciertas intervenciones en salud que podrían tender a reducir el consumo de azúcar, en lugar de contribuir a restringir sus efectos nocivos.


En consecuencia, el NCP puede considerarse como otra oportunidad perdida en cuanto a su objetivo de promover la salud dental debido a una total alineación de las agendas de investigación propias o contratadas por el NIDR y las financiadas directamente por la poderosa industria azucarera.


Resumiendo, es fundamental garantizar que los intereses privados no influyan sobre las políticas de salud pública. Para ello es imprescindible que investigadores, agencias público-privadas y editoriales científicas sigan desarrollando mecanismos de control y transparencia sobre las propuestas de información y recomendaciones oficiales de las agencias como la OMS que velan por la salud de todos.



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viernes, 17 de abril de 2020

Aflora el abandono de décadas en el sistema de salud [la jornada 20200406]


La Jornada
Ángeles Cruz Martínez | lunes, 06 abr 2020

La realidad es que hay padecimientos crónicos fuera de control.
Actual emergencia puso en evidencia el desastre que impera en el sistema de salud.

Alrededor de 300 mil personas con un evento vascular cerebral (embolia) y 130 mil amputaciones de extremidades inferiores cada año, complicaciones de la hipertensión arterial y diabetes, representan la evidencia clara y dura del desastre que impera en el sistema de salud de México.

En apariencia, los servicios médicos funcionan, pero la emergencia por Covid-19 hizo evidente el abandono por décadas en clínicas y hospitales, afirmó Gustavo Reyes Terán, titular de la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad.

Advirtió que la preocupación y ocupación en los tres meses recientes, desde que en China dio a conocer la aparición del nuevo coronavirus, ha sido garantizar que los enfermos reciban la atención médica que requieran.

Es cierto que la población con mayor riesgo de complicación y muerte son los adultos mayores de 60 años. Así pasó en China y está ocurriendo en Europa. En México no puede ser diferente, pero aquí se enfrenta la realidad de las enfermedades crónicas históricamente desatendidas y descontroladas.

La evidencia está en los datos de las amputaciones y los eventos vasculares cerebrales. Cada año estas cifras se mantienen o van a la alza y comprueban que aunque las personas estaban afiliadas al Seguro Popular o son derechohabientes de la seguridad social, no han tenido la protección de su salud.

En entrevista con La Jornada, Reyes Terán, infectólogo con posgrado en virología, está encargado de varias acciones para hacer frente a la pandemia de Covid-19, entre ellas el Programa de Reconversión Hospitalaria.

Comentó que antes de la llegada del virus, estaba concentrado en mejorar la atención clínica, actualizar las guías de manejo y asegurar el plan de atención y medicamentos gratuitos.

Para ello reunió a grupos de expertos que, de entrada, señalaron deficiencias como la obsolescencia de las guías para el manejo de males como diabetes e hipertensión. Eso se refleja en las estadísticas, que señalan que en México hay 34 millones de personas con hipertensión, de las cuales alrededor de 17 millones tiene diagnóstico y toma algún medicamento. De éstas, la mitad tiene control del padecimiento, es decir, sólo 25% del total.

En diabetes, lo mismo. Hay entre 10 y 12 millones de individuos con diagnóstico y una cifra indeterminada desconoce que tiene la enfermedad. La mitad de los que sí saben están controlados, aunque algunos expertos aseguran que sólo 12% de los afectados tiene niveles de glucosa adecuados.

Ambos padecimientos, igual que las alteraciones en el colesterol, son silenciosos y con mucha frecuencia se identifican cuando sobreviene el infarto al corazón o el evento vascular cerebral. Y lo que se decía es que el infarto es la principal causa de muerte en el mundo, que es normal y no. Es un problema del sistema de salud, sostuvo Reyes Terán.

Se pueden evitar con un sistema de salud que funcione, proporcione atención médica desde el primer nivel, donde se realicen actividades de promoción, prevención y detección temprana de enfermedades, además de ofrecer los mejores medicamentos disponibles.

La anterior guía para hipertensión, dijo, indicaba iniciar el tratamiento con un medicamento, al que se iban agregando otros conforme fallaban en el control de la presión arterial. Se hacía lo lógico, pero no lo que debe ser en medicina. A 60% de los pacientes con nuevo diagnóstico se les deben recetar 2 fármacos y para favorecer la adherencia que sea una sola tableta.

En diabetes, el medicamento de uso masivo es la metformina. Actualmente existen presentaciones de liberación prolongada que permite 1 toma, en lugar de las 2 actuales por día.



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